miércoles, 28 de octubre de 2009

Nos encontramos, fuimos a la plaza, nos sentamos en el banco que da al cine, ella se sentó primero, me miro con esa cara que nunca me animo a mirar, esa cara que me intimida; me dijo
- Si son malas noticias decimelas ahora, no quiero esperar mas.
Me senté a su lado, mire para arriba (los pájaros no dejaban ver el cielo y con la ayuda de los árboles, la plaza estaba oscura) y le conté, sin mirarla, verle las lagrimas caer por la cara no era la imagen que mejor me hacia. Le dije que en cuatro días me iba, que en cuatro días era probable que no la vea nunca mas, que si ella me decía que no quería que me valla, que si ella me decía algo, me quedaba con ella , sin importar nada, aunque tuviera que dormir en la calle bajo cartones, por ella me quedaba.
Me respondió:
- No seas tonto, “tenes” que irte- Automáticamente una lagrima del tamaño de Júpiter se le callo por el ojo izquierdo inundando toda su cara.
No lo soporte, agache la cabeza (no se si por vergüenza o por idiota) y mi cara también se inundo.


(No lo pensaba)

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